es más un registro, la evidencia de una forma de pensar. Hoy, aquí, ahora. Volver a escribir solo por el amor a la escritura, a ese poder que convocan las palabras. Escribir para no estar más solo. Escribir que sí, que hoy fue de esta manera peculiar, que tengo calor y esta camisa que se me pega al cuerpo, que quiero más jugo de maracuyá con leche, que amo fumar y odio el olor de las cenizas, que me gusta poner mi pié izquierdo sobre el empeine de mi pié derecho, que quiero salir de esta habitación y no salir de esta habitación, que la nevera está a miles de kilómetros de distancia, que aun llevo el peso de catedrales góticas en la espalda, que después de tanto tiempo de huir sigo en el mismo lugar, que recuerdo montones de pedazos de películas pero no sus nombres, que, después de 20 años, no he podido olvidar el color de su voz, que me comenzaron a sudar las manos de manera incesante desde hace unas semanas para acá y no sé por qué. Todo al mismo tiempo
aun sin puntos finales, ni mayúsculas al principio
volver a escribir
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