tiempo de seducción: sábado en la noche, hace dos sábados. Cerca, muy cerca. El cuerpo así, donde me gusta. Tan cerca como me gusta. Y los besos y el sexo y la sensación. La cercanía del vértigo.
Luego, el domingo, igual y mejor y peor. Demasiado cerca para resistir. Para decir no. Nunca tan cerca como para no poder olvidarlo. Y así está mejor. Miento. De todas formas, sé que ya no podré dormir
sensación de caída: viernes a domingo. Caída aparatosa. Tanto como para querer olvidarlo. Pero no. Ya es imposible. Demasiado cerca. Y nada de sexo explícito. Solo eso, la cercanía y la lejanía presentes. El lunes el deseo de huir aparece. Y la imposibilidad. Y el deseo inevitable
Y el miedo, por supuesto. Tiempo de seducción y sensación de caída. Y el miedo
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