jueves, 25 de abril de 2019
Caminar
hace frío. Pienso que hace frío mientras pongo la cascara de medio aguacate que me acabo de comer sobre la tasa de café que estaba tomando y que está justo al lado del cenicero, una sola colilla. Estoy en el comedor. No me gusta el estudio y eso, obviamente, es una excusa, para todo. Así se va esta mañana. Ayer estaba caminando por la avenidas Las Vegas. Caminaba y llovía, no mucho. Mejor, caminaba, la lluvia no es relevante. Me gusta caminar y pensar. Me gusta caminar y cantar. A unas cuantas cuadras de la casa, de mi nueva casa, comienzo a darle forma a esto. Pienso, qué sobrevalorado tenemos el sexo. Siempre lo he pensado. En últimas, es solo un ejercicio aeróbico en el que lo único interesante es el paisaje. Total. Y, al final, de eso estoy seguro, todas las ciudades terminan pareciéndose, los mismos edificios, los mismos monumentos, las mismas calles, los mismos carros y la misma gente irritante y desesperada. En fin. Supongo que es una forma de salirme de esto, de todo esto. Aunque no estoy seguro
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